miércoles, 3 de febrero de 2016

No tengo una vida de bestseller


¿Cómo se puede definir un libro bestseller? Técnicamente es un libro que ha vendido millones de copias, todos lo conocen, hablan de el y lo aman. 

Hoy, corrí a la librería a comprar uno de esos libros, ¿por qué? no lo sé, quizás fui embaucada por la mercadotecnia, quizás tenía ganas de comida chatarra. 

Al saborearlo sentí como las calorías huecas se abrían paso en mi cerebro, dejándome con más sed de la que ya tenía.

Siento que a veces la gente quisiera que la vida de los demás fuera un bestseller, como una fotografía de facebook, totalmente perfecta, con cabello, maquillaje y sonrisa impecables, aunque se eche mano de uno que otro colorante y saborizante artificial.

"Tienes que usar tacones siempre" "No opines demasiado". "Tienes que ser más seria". Son algunos de los filtros que las personas que me rodean desearían que le pusiera a mi vida, y esos filtros no están mal pero simplemente no soy yo.

Qué hay de lo real, ¿por qué le tenemos tanto miedo a lo verdadero? tal vez porque la fantasía se digiere más rápido y causa más likes que la realidad. Se nos olvida que es algo así como las verduras y los libros de historia, pueden llegar a ser fascinantes si se les toma el gusto. 

A lo que quiero llegar es que ninguna trama se parece a otra, por eso propongo que dejemos de comparar nuestro libro con el de los demás, y que sólo prestemos atención a nuestra propia historia, que nos atrevamos a ser diferentes, a disfrutar nuestra propia esencia, aún cuando no sea de las más vendidas. 

Seamos nosotras en todo nuestro esplendor, despidamos ese aroma único que poseemos, que baile y adorne nuestra existencia, hasta llegar a aquél ser que estaba buscando nuestra fragancia, precisamente nuestro perfume, aun cuando no sea un bestseller.

lunes, 1 de febrero de 2016

Actitud o ineptitud


El templo, un lugar de paz y descanso de nuestras preocupaciones del día a día, el único momento al que le temo es cuando un sábado por la mañana o por la tarde encuentro a alguna hermosa novia vestida de blanco, rodeada de amigos y familia celebrando el gran día.
Mi historia no es la misma. Para mí es un recordatorio de que ese día no ha llegado para mí aún. No me malentiendan, me da mucha felicidad ver que las parejas se encuentran, y se unen para siempre para así formar familias eternas, y sé que ese momento va a llegar también para mí, pero eso no evita que duela cada vez que lo veo.

Para rematar, al llegar a mi casa y revisar una de mis redes sociales, veo que a una amiga le habían dado su anillo de compromiso, después de un largo noviazgo por fin su momento había llegado. No voy a negarlo, en el mismo momento en el que vi la foto sentí que Envidia y Orgullo llegaban a hacerme compañía. Decidí dejar de ver la fotografía y tranquilizarme. Quería estar contenta por la felicidad de mi amiga pero mis malas compañeras no me lo permitían.

Tras unas horas tome la decisión de dejar de escuchar a esas malas consejeras y entonces invité a Humildad y a Caridad a charlar conmigo. Ellas me dijeron que yo tenía el poder para cambiar la situación, que una buena idea sería felicitar sinceramente a mi amiga y entonces todo cambiaría. Decidí escucharlas porque ya en otras ocasiones he seguido los consejos de Envidia y Orgullo y sólo me han traído tristeza y desdicha.

Me concentré recordando todo lo que mi amiga tuvo que vivir para llegar a ese momento, reflexioné en la maravillosa persona que ella es y su alegría contagiosa, pronto Caridad se apoderó de mí y sentí verdadera felicidad por ella, entonces le expresé mis más sinceros deseos de que fuera muy feliz. Al terminar de escribir mi comentario extrañamente yo también me sentí muy feliz, como si hubiera aventado un boomerang y éste acabara de regresar a mí.

Hoy entiendo que no tengo control de nada, ni de lo que pasa a mi alrededor ni de lo que hacen los demás, lo único sobre lo que tengo control es de mí misma y hoy yo decido ser feliz.




viernes, 29 de enero de 2016

Soy mormona, tengo 30 y no me he casado


Estoy como pasmada. Siento que el miedo me tiene paralizada. Ayer y hoy me he levantado hasta tarde porque no quería despertar a mi realidad, quería seguir durmiendo, estar en un mundo de fantasía, en donde todo es posible, donde no hay edad para casarse ni para tener hijos; en donde el tiempo no pasa tan rápido, la gente no juzga en función de si te has casado o no, de cuánto se ha logrado en la vida, de cuánto dinero se tiene en el banco, o de cuántos hijos tienes. Las personas no piensan que no te has casado porque eres muy exigente, o porque nadie te quiso, o porque eres rara o no vales, o algo has de haber hecho mal, eres una pecadora y por eso el Señor no te bendice.

Ya estaba acostumbrada a que la gente me viera así, ya lo había aceptado, había aprendido a vivir con ello, pero recientemente algo cambió, alguien vio algo diferente en mí. Conversando con una hermana surgió el tema del matrimonio, ella me comentó que se había casado a los 31 y que estaba muy feliz de haberlo hecho así, porque ya sentía que contaba con la madurez suficiente para elegir correctamente a su cónyuge. Ya no prestó atención a detalles como si era un buen bailarín, o en cómo se vestía. Al conversar con ella acerca de mis temores, atinó a decirme una frase que cambiaría mi vida por completo:
Verás que vas a encontrar a tu esposo, sólo tienes que confiar en Dios y confiar en ti misma.


La hermana tocó los puntos precisos que dieron en el blanco y me hicieron entrar en contacto con mis sentimientos. Entonces derramé mi alma a Dios, las lágrimas brotaron como manantial al dejar sentir ese dolor que hablaba contando todo lo que la gente me había hecho pensar acerca de mí, que yo misma ya pensaba también. Al platicar con mi dolor y con mi Padre Celestial, tan sólo le pedía a mi Creador que de alguna forma me hiciera saber que no se había olvidado de mí. 

Ahora comprendo que mi Padre Celestial ya me había respondido, sí, al poner a la hermana en mi camino, justamente a la hermana que me diría lo que Él quería expresarme, que todo iba a estar bien, que sólo tenía qutener FE.

Encontrar a alguien que crea en ti, puede cambiarte la vida..